Hace ya unas semanas que volvimos de los campamentos de refugiados saharauis en Smara donde formamos parte de la expedición que viajamos allí para participar en la 17 edición del Maratón del Sahara en la carrera de 5 kms. Además, y sinceramente para nosotros más importante incluso, pudimos visitar a Omar y su familia. Omar es un niño saharaui que acogimos todos los veranos desde 2011 hasta 2014 por medio del programa Vacaciones en Paz, pero que en sus 2 últimos años (2015 y 2016) no pudimos acoger al estar residiendo en Reino Unido.
Me encantaría poder deciros que la experiencia ha sido inmejorable, pero no, no lo ha sido, a pesar de que la familia de Omar se ha desvivido porque estemos lo mejor posible y os puedo asegurar, que por su parte, lo han conseguido, pero las condiciones en las que viven los saharauis desde hace más de 40 años son durísimas e injustas (https://www.youtube.com/watch?v=fzsGYB4qF6U).
Tras sólo una semana viviendo allí, el polvo y la tierra que se levanta por el viento, te entra por todas las partes de tu cuerpo y la ropa que por la mañana es blanca, por la tarde es amarilla. Ropa que apenas puedes lavar porque el agua escasea y es repartida periódicamente por un camión cisterna. Las casas, aquellas hechas de adobe, suelen tener el techo de uralita y por ahí, también entra el polvo y la arena.
Por las calles puedes encontrar cabras muertas, coches abandonados en los que sólo queda la estructura del mismo y otros objetos, muchos de ellos peligrosos, que los niños aprovechan para sacar su imaginación y jugar con ellos. Los niños, muchos de ellos van descalzos por las calles reflejan felicidad, o lo que otros pueden ver como inconsciencia. Ellos no saben de que va el tema y que desde las altas instituciones, nadie hace nada para solucionar el problema.
Por suerte, el pueblo español, que no el Gobierno central, siempre ha ayudado al pueblo Saharaui e incluso empresas e instituciones locales colaboran con ellos. Como ejemplo, los autobuses que la organización utiliza para transportar a los participantes en las carreras. Estos autobuses son los típicos autobuses de línea que en España se dan de baja, pero que en el Sahara le sacan partido hasta su último suspiro. Sin ir más lejos, durante el desplazamiento desde el aeropuerto de Tindouf hasta los campamentos, nuestro autobús no conseguía meter la 3a marcha y tuvimos que cambiar de vehículo en plena noche. Cuatro días después, el autobús había sido reparado y estaba de nuevo en marcha.
Pero sin duda en este viaje me quiero quedar con lo bueno de él que ha sido poder conocer a la familia de Omar en persona después de muchos años y ver como han hecho todo lo posible para que estuviéramos lo mejor posible. A la pregunta de, ¿volverías? la respuesta es sí, lo bueno de la experiencia supera con creces lo malo y es que gracias a la colaboración de amigos, familiares, conocidos e incluso desconocidos, conseguimos recaudar cerca de 1200€ que decidimos donarlos íntegramente a proveer de luz eléctrica en las escuelas de Smara. De nuevo, gracias a los que habéis colaborado con la causa.
Me quedo también con haber conocido al ganador de la edición del Maratón del Sahara 2016 y que este año quedó en segunda posición, Vicente Grande Duque (lo de Grande se le queda pequeño), que recaudó un montón de dinero y equipos informáticos para el proyecto del Bubisher, una red de bibliotecas en los campamentos de refugiados saharauis.
Si queréis ver un video reportaje de como se desarrolló la Maratón del Sahara, os aconsejo que veáis el reportaje que uno de los medios de comunicación (Rusia Today) presente en la carrera ha realizado. También hemos subido las fotos que hicimos durante esa semana en un álbum en Flickr